El crimen y los sicarios.
Oscar G. Martínez
Imagine la patética escena estimado lector: Estamos en un lugar mágico, lleno de claroscuros color ámbar y violeta. Pequeño, pero confortable. Todas las noches lo envuelve un halo sensual y triste: el jazz. Hoy, la musa es Nina Simone y canta Don´t explain. Está cantando Dios, afirma Carlos, pero nadie le sigue el comentario. La música nació por boca de mujer. Remata, pero es ignorado, aunque a decir verdad, Carlos habla para sus adentros.
Acérquese a las mesas 16 a 18 que ahora ocupan un grupo de “recién” egresados. Después de tres años de haber dejado la Universidad se reúnen, cada vez, con menor frecuencia. Algunos asisten por no dejar, unos mas, por la alegría de ver a todos reunidos de nuevo, algunos, por morbo y el resto, bueno, no había nada mejor programado en la agenda.
La noche ha trascurrido tranquila y amena, deliciosa. Varios han confirmado sus teorías sobre los demás: “Diego sigue igual de pendejo”, “¡No mames, cuánto ha cambiado Norma!, “El Carlos me sigue dando hueva” etc. Son las consignas de la noche que se dejan oír sólo cuando el susodicho (a) no esta presente. Ante todo, la diplomacia.
Las discusiones, como podrá haberse dando cuenta, son variopintas, desde la política de la mierda hasta la mierda de la política. Sin embargo, alguien ya ha introducido el tema de lo social en cualquiera de sus modalidades. ¿Quién fue, pregunta usted? No tiene caso contestar, porque al fin y al cabo, en este ejercicio todos, sin excepción alguna, son unos expertos hijos de puta. Y cual Banquete de Platón, todos participan de él, partiéndose la madre como Dios manda.
¿Cuál es el secreto del matrimonio? ¿Cómo no dejarlo morir, o que no se convierta en rutina, carga, o en algo pesado, en elemento más de tu paisaje cotidiano? Pregunta Mauricio. A él en el fondo no le importa el matrimonio. Su ventaja es que conoce demasiado bien al resto y sabe que ha soltado un toro en un supermercado. Lo que a Mauricio le agrada, es ver como se despedazan los perros el pedazo de carne arrojado y eso, lo hace sentirse superior: El keeper, como dicta su nick en el msn.
Quién responde es Diego, quien siempre se ha sido considerado como el tierno del grupo, el noble, el pendejo. Y es que es un niño con el eterno amor de Mamá y de Papá. No, no es único hijo, pero si el mejor, como deja claro la abuela todos los domingos de comida familiar. Diego, en el fondo, se cree esta versión de su persona y sabe que la sume. Es muy fácil vivir bien, explicó alguna vez a Norma. Sólo tienes que asumirte como debes.
-Yo creo que la mujer con la que de ese paso, debe tener una vida propia, y sus propios secretos. De esa forma, la persona con la que viva, será interesante. El misterio es lo interesante por descubrir, aunque claro, creo que de pronto se me ocurre reconquistarla de nuevo, hacerle el amor como si fuera una colegiala, no sé, es cuestión de voluntad e imaginación, mi hermano.
Un pequeño silencio y podemos escuchar el coro de Once Upon a Summertime con Blossom Dearie
-Inevitablemente el matrimonio esta destinado a ser una carga. Afirma Mónica, quien odia toda forma institucional o socialmente consensuada porque simplemente la asfixia. Y en realidad, la asfixia. Se siente atada en un mundo de hipócritas formas de convivencia. Alguna vez intentó ir contra la regla y salió de compras, desnuda. Más tardó en hacerlo cuando dos finísimos policías la llevaron arrestada por “faltas a la moral”. ¿Qué de inmoral tiene el cuerpo de una mujer? Preguntó al Agente del Ministerio Público. Nada señorita, pero no puede andar por la calle, ya sabe, perturbando a la moral masculina.
Dos horas después, su madre, llena de regocijo, la sacaba de la Agencia del Ministerio Público. La Madre: A la nena, a la “muy ruda”, después de serminuciosamente cateada, de ser llevada al MP, porque la pendeja no sabía que cometió una falta cívica y no pidió ser llevada con un juez de lo cívico, y de ser admirada por todos lo cabrones y machorras de allí, la dejaron libre. ¿Y sabes por qué, amorcito? No, no sé, contesta el padre angustiado. Ahh, porque la muy cabrona, chille y chille, pedía por su papito y todos se reían de ella. No sabían por cuál, si por el que la trajo al mundo o con quien se vino en Mundo E. ¿Imaginaste amorcito, así a tu nena? Pinche nena, pendeja.
Desde aquel día Mónica ama y odia a su madre, con todo su corazón. Cual debe ser.
-Es un pinche convenio mierdero donde uno acepta compartir, casa, baño, cocina, pedos, broncas, babas, con otro al que no conoces del todo, pero es “amorosamente voluntario”. ¡Ni madres! seamos honestos: somos individualistas. El desmadre inicia cuando a nadie le cae, que la neta y en el fondo, no nos gusta compartir lo propio, por más que afirmes que te gustaría formar una vida con alguien más. Yo, nel, no me caso. Y si el wey me satisface o lo amo, lo mantengo siendo honesta y clara.
Está diciendo esto mientras se escuchan los últimos acordes de That Old Feeling con Dorothy Dandrige.
-Pero ese es tu interés ¿Y si el quiere casarse contigo? Damián le pregunta a Mónica y sin esperar su respuesta continúa: Pues a mi la neta si me latería tener una vieja de esposa, o sea, formar una familia. O sea, weyes, tiene un poco de razón lo que dice La Mona, pero también no nos late estar solos, ¿Qué no? La verdad, el matrimonio es un negocio: no me hagas esto que me caga, yo no hago esto que te caga, hacemos esto, no mejor aquello, vale, eso esta mejor. O sea, como la democracia por todos anhelada, pero practicada en lo chiquito, o sea, para vivir mejor, sin broncas y paz. Yo mantendría mi matrimonio de esa forma, así, hablando, llegando a un acuerdo, es lo más chido, creo.
Nadie sigue lo expuesto por Damián, pues en fondo lo que dice es lo ideal. Damián es, efectivamente un pitufo. Vive en una burbuja azul y rosa, comúnmente conocida como BMW, vive entre un chingo de hongos alucinantes también conocidos como Tecamachalco. Su mundo, Carlos lo describe mejor: para ese wey la vida es fácil, porque nunca se partirá la madre por ella. Para él, la democracia es el consenso de lo que su dinero le puede traer.
Como si el mundo conspirara a favor de Damián, termina su intervención y un breve silencio les hace ver que están escuchando Dream of Life con Carmen McRae. Excelente canción.
Lo ideal como explica Platón, (al cual ya leyeron todos en la mesa, excepto Damián porque en la Ibero, la carrera de Economía no requiere de Platón, ¿Cómo pa´que? Platón no aplica…naaada que ver) pertenece al mundo de las ideas, allí donde los valores son perfectos, catalizadores, como ideal esta muy bien en ese mundo, pero con solo echarlo a operar en el mundo de lo tangible, se vuelve imperfecto, se corrompe.
-En el fondo, coincido con Mónica. Habla Norma, quien rara vez participa de estas pláticas porque le parecen demasiado aburridas. Norma, roba cámara cuando se trata de hombres, de fiestas, de desmadres, de viajes. Ese es su mundo y rara vez admite entrar a otros en el. Sólo lo presume, y a su vez, rara vez ella interviene en otros mundos que no le atañen o que no le interesan. Es un pacto que ha establecido con el resto, y un pacto con alguien tan claro en sus condiciones, se respeta.
-Ese tedio que los casados viven no es más que el resentimiento que se tienen así mismos por no haberse atrevido a decir NO. No, porque yo quiero disfrutar lo mío, tener lo mío, oler sólo mis pedos y no los tuyos, comer mi comida. Al final, el matrimonio es la resulta de no aventurarse estar solo, pero a un alto precio: la pérdida de tu individualidad por un falso nosotros. Ningún hombre soporta una mujer autosuficiente y con mi puta suerte, seguro yo me caso con un codependiente. ¿Qué mejor manera de mantener un matrimonio, no les parece?
Y una sonora carajada general se deja escuchar en la mesa.
-Pues la neta, a mi si me gustaría casarme, claro que para eso me iría a España. Juls, responde en vida real a Julissa Mendoza, es lesbiana y todos en la mesa al menos lo saben. Siendo un grupo de universitarios tienen que demostrar que son tolerantes, abiertos y plurales. Ya sea por convicción o sólo por pose, Jules, siendo una de esa fauna, es más que oportuna y conveniente. Jules anda por la vida en un enorme closet, su madre, Doña Manifiesto, si se enterase de su desviación, la mata. Literal.
Para Doña Manifiesto, esas son anormalidades, aunque alguna vez haya visto a Julissa husmeando allá abajo a su prima, “no pasa nada, porque es entre viejas”.
-Pero Jules, no tienes dinero ¿Cómo le vas a hacer? Pregunta el siempre oportuno Damián quien sí acepta a Jules por convicción. Con una seguridad muy estúpida, hace esa pregunta porque realmente cree que Jules cometerá lo que ha dicho, a la mañana siguiente. En su mundo, si quisiera, él podría casarse mañana mismo con la niña de los Corchera, a quien conoció en Vallarta.
-No imbécil, obvio no lo haré mañana, ni pasado mañana. Algún día, continua Jules, lo que quiero decir es que yo si veo al matrimonio no como mi proyecto de vida, sino como parte de el. Yo pienso, que todo lo que logre en la vida debe ser compartido con alguien a quien ame, que se sienta orgullosa de mí, y me ayude a seguir, ir creciendo juntas. Ahora yo creo, que no puedes evitar lo inminente. Sí me casó y veo que todo esta jodido, mejor dejarla ir. Claro que también veo que es una responsabilidad, pero si aquí estamos hablando de lo que cada quien haría para no dejar morir el amor en el matrimonio, pues yo siendo coherente, sería responsable y honesta con ese sentimiento y con mi pareja. Y con ello quiero decir, siempre estar al pendiente de lo que ella necesita y de lo que yo quiero.
-¡Entonces me das la razón! El matrimonio es un negocio muy fino porque implica los sentimientos de otra persona. Le debate Damián. Como verá, estimado lector, es muy fuerte interés de Damián por lo que opine Julissa. Y es que la ama. Y esto todos en la mesa lo saben, excepto claro, la propia Juls. La ama porque es perfecta: es lesbiana, está buena, es femenina, es sensible, la entiende y ella también lo entiende. Se dará cuenta que Damián debe reprimir ese sentimiento porque Juls jamás cabrá en el mundo de Damián. Es lesbiana y pobre. No puede tener una suegra que se llame Manifiesto, que viva en la Escandon y una esposa que probablemente lo engañará con la chacha. Juls por su lado, cree que la chica pelirroja que tiene a lado es la mejor novia que ha tenido.
Todos discuten el punto de que Juls, lo cual desata la envidia y leve furia de Mauricio, porque toda la discusión se torna en lo que dijo Juls, ya han olvidado quien hizo la pregunta, han olvidado su papel en la mesa. ¿Es la fuerza de las minorías o el desmedido interés de los pequeños burgueses en desbocarse en conocimientos y posturas entorno a ellos? Cada quien, siguiendo a Diego, asumiendo lo que debe asumir, lo sabe.
-¿Y tu wey, que pedo, que opinas? Pregunta La Mona a Carlos, quien hasta este momento ha estado distante de toda la discusión. Carlos se debate el Cómo continuar al compás de las piezas de jazz. Pareciera que cada una le da la respuesta, pero sólo lo entierran en una infinita tristeza.
La Mona le ha preguntado a Carlos y todos esperan su respuesta, no porque sea la respuesta, sino porque durante toda la velada, como ya se habrá percatado lector, él se ha mantenido distante y su opinión es considerada para no dejar de incluirlo. Aunque todos admiten reconocerlo como “un wey muy inteligente”, a veces siente esa inclusión, forzada. Carlos sabe que su opinión sobre el matrimonio está de más porque ha dejado en claro que aunque es puto, jamás se casará, no lo ve necesario. Además, sabe que su opinión no cuenta de facto, porque el matrimonio como sacramento católico y como tradición social, lo excluye. Y esa idea vive interna y latente aún en lo más universitarios. Simplemente su opinión a favor o en contra esta devaluada.
En su lugar, su novio Emilio, interviene: Yo creo que el matrimonio se mantiene en la confianza. Si amas realmente alguien, le darás el espacio de confort, de confianza para sentirse seguro. Yo creo que un matrimonio se mantiene mientras seas leal. ¿No lo crees así, Carlos?
Lo que diga Carlos durará exactamente los 2:48 que dura Cry me a River con Dinah Washington. No se lo ha propuesto así, el mundo ha conspirado para que en 2:48 minutos su infinita tristeza sea expresada, más no exorcizada. Y por primera vez, quizá, ser comprendido por aquello a quienes considera su familia.
Carlos con la mirada fija en el escenario pero con la mente en un lugar lejano, contesta: No. No creo eso. Sólo sé que si estuviera con él, le daría flores todos los días, iríamos al cine cada miércoles, nos embriagaríamos cada viernes y pelearíamos dos o tres veces por semana…. Le haría birria cada jueves y nos iríamos de viaje cada puente, en vacaciones. Iríamos al súper los sábados, lo vería jugar ajedrez todos los domingos… Le haría el amor todas las noches y le diría Te amo, cada décimo del mes.
La música ha terminado, y ahora un silencio más prolongado enmudece a todos. Carlos, a punto de llanto, levanta la mirada del escenario y lento pero conciso, dirigiéndose a Emilio, termina diciéndole: Pero no eres tú, jamás podrás ser tú.
Una lágrima rueda por la mejilla izquierda de Carlos, no por el dolor que le está causando a Emilio. El llanto es porque eso no se lo puede decir a él.
Se lo dice a la nada, a todos, a si mismo. Se lo dice al jazz.
1 comentario:
Pues que bueno es usted haciendo mamadas jajajajaja no, la neta, es buen texto; y también me gusta mucho. Creo yo había leído antes, ya hace un demasiado buen rato, una versión preliminar; sin duda mejoro después mucho. Rebién ;o)
Es bastante desesperanzador, y me agrada bastante como se va integrando la música con el tono y la atmosfera interna de los personajes, que final tan triste. Hay momentos que me recuerda, para bien, a aquellos compas del club de la serpiente en Rayuela, claro, son de otra catadura los de acá, nadan de otra forma, hay otro río metafísico.
Me quedo con esta imagen que termina por ser endemoniadamente plástica (de plasticidad, por supuesto) “ha soltado un toro en un supermercado”; no sé si es por lo aséptico del súper y la fuerza natural del toro, el contraste de elementos, por lo que me gusta, o bien, porque sé que el animal termina haciendo fila para comprar dos litros de leche, igual le pasa al amor, esas domesticaciones.chale, creo me contagiaron los personajes jejeje
Y me resulta raro aguantar a un narrador tan entrometido, tan al estilo decimonónico; pero este resulta bastante ágil y se excede donde debe: “Desde aquel día Mónica ama y odia a su madre, con todo su corazón. Cual debe ser.”
Y al final no sé que es peor si lo de “pero no eres tú, jamás podrás ser tú”, o saber que a veces ni lo que quiere Carlos es suficiente, siempre hay esos lunes y martes perdidos, que Carlos no nombra; que duro, que triste. Celebro que no se te haya ocurrido incluir a Billie Holliday, ya me hubiera mandado el texto toda la tarde a la lona jejeje despedazaderos donde los haya.
Me gusta, que chido que lo trepaste.
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