Martin Scorsese era un excelente, incluso genial director, responsable de joyas como “Raging bull” (“Toro salvaje") o "Casino" etc, etc. Pero su nuevo trabajo, “Shutter Island” (“La isla siniestra”), no llega a ese nivel ni de cerca, como tampoco Leo DiCaprio puede compararse con el Robert de Niro de sus mejores tiempos.
Basada en una novela de Denis Lehane (autor también de “Mystic River”), la historia es probablemente lo mejor del filme. El problema es su puesta en escena como su adaptación al lenguaje cinematográfico.
Estamos en 1952 y Edward Daniels (DiCaprio) es un policía judicial que acude con su compañero Chuck (Mark Ruffalo) a una pequeña isla frente a las costas de Boston (Shutter Island), que está ocupada por un hospital psiquiátrico, del que se ha escapado una interna acusada de asesinar a sus tres hijos.
Algo no encaja desde el principio en la investigación que realizan los policías y a partir de ahí Scorsese no para de dejar elementos más o menos contradictorios que deberían ayudar a tejer una trama tan enrevesada como atractiva para el espectador.
Sin embargo la narración avanza con infinidad de tropiezos narrativos, cargada por unas escenas entre oníricas y surrealistas que no acaban de encajar en la historia.
A medio camino entre un thiller y una de terror psicológico, “Shutter Island”no termina por cuajar, es heredera de tantos filmes anteriores —especialmente los de Hitchcock— que resulta difícil encontrar algo original.
Tampoco la presencia de pesos pesados de la interpretación como Max von Sydow o Ben Kingsley ayuda a hacer creíble una historia que se va haciendo totalmente previsible a medida que avanza, además nos ametralla de una música que reitera lo que no es necesario y unos movimientos de cámara en ocasiones pretenciosos que se adelantan a la acción.
Ni siquiera Emily Mortimer o la gran Patricia Clarkson logran dotar de verosimilitud a sus personajes, con apariciones esporádicas que no añaden nada a la acción salvo un metraje excesivo y por lo tanto grosero al espectador.
Pero no todo es censurable en “Shutter Island”, como es lógico esperar de una producción de Scorsese. El asfixiante ambiente del psiquiátrico o la espiral en la que se introduce el personaje de DiCaprio son buenos ejemplos de lo que el neoyorquino es capaz de hacer. La mejor película de Di Caprio con Marty, sin embargo mediana, muy mediana.
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