lunes, 1 de febrero de 2010

Clint versión Hallmark



Ayer ví Invictus, la recién cinta del veterano Clint Eastwood. La cinta basada en una novela, retrata los primeros años de gobierno de Nelson Mandela y los esfuerzos por unificar a la sociedad sudafricana acostumbrada a la segregación racial gracias al apartheid. Aunque esta premisa suena muy política, Eastwood narra la estrategia de Mandela que vio en el Rugby, el pretexto ideal para converger sueños y proyectos nacionales, a través de un equipo local venido menos hasta su consolidación como vencedores en el mundial de rugby.

No sé que le pasa a Eastwood, pero esta cinta es menor en toda su filmografía como director, la cinta es pretenciosa, con un estilo tipo Hallmark Channel. Manipuladora y sentimentalista, la cinta de Eastwood es una visión llena de nostalgia, lacrimogena de lo sucedido en Sudáfrica en la era Mandela. Sí, me hizo chillar a moco tendido. Creo que Eastwood ya esta viejo y todo lo ve con un halo de nostalgia barata, pero efectiva y  es más, apuesto que esta cinta es una reivindicación de este director republicano que expurga sus culpas ajenas retratando la valentía y sabiduría de un anciano negro en el poder. 

El film más bien parece como un regalo de aniversario de un maricón viejo y decadente (Eastwood) a su eterna pareja afroamericana Morgan Freeman (quién aparte de dar vida a Mandela es el productor ejecutivo) actor fetiche del director.

Sí, por momentos la cinta resulta pesada y tediosa, pero como siempre, Eastwood saca sus dotes genial de dirección, que no es problema sino mas bien el tratamiento, el tinte que le da a las hazañas y entrega de los personajes en la última parte de la cinta. Destaca las tomas y la narrativa del encuentro final del partido, donde el director echa mano de los efectos de sonido para resaltar la euforia de millones de sudafricanos observando el partido en un eco unísono de la famosa canción "Dios salva a África."

Complaciente y chantajista, pero efectiva, Invictus es una cinta que rasca y aprieta en las fibras sentimentales del espectador, que no dejará de hacerse un nudo en la garganta o de menos derramar un lágrima. Destacada actuación de Matt Damon como el capitán del equipo de rugby. 

Predecible y prescindible.

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