Cuendo se festeja a los Pumas, existe un halo de emoción que, honestamente, hace que los goyas, los gritas, las risas, los llantos, las mentadas de madre, sean un tanto más chingonas que ninguna otra, y es que la afición Puma, no festeja un equipo nada más, detrás ruge el orgullo UNAM, el equipo de la Universidad más importante del país, es en sí, el festejo de lo que el equipo representa: la Universidad en sí, su comunidad, sus valores, su años, su tradición , su fuerza.
Asì, que como chingados no, después de ver gritar, desesperarme, mentarle la madre al plasma, chupar, fumar, y finalmente llorar en el Pasaguero, tomamos Reforma por asalto y juntos celebramos el triunfo. Con consignas como "!A dónde están, a dónde están, los putos tuzos que nos iban a ganar!", el clàsico Goya, el "Còmo no te voy a querer!" etc, etc. Reforma se iluminó azul-dorado hasta entrada la madrugada, el rugido puma opacó los chidos maricones de la zona roja, los claxons ofensivos de putetes taxistas americanistas, las burlas de pendejo granaderos, el amor puma, iliminó la ciudad esa noche, y dejó claro que la comunidad universitaria, no es un equipo, no es una consigna, no es una canción, es un pinche sentimiento.
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