bueno, no son todos, pero si los que más he disfrutado...
martes, 17 de marzo de 2009
Vía láctea…
Con 20 centímetros, de frontal a parietal, se extiende la cicatriz que a modo de vía láctea, atraviesa el universo que me dio un chingo de risas y regaños cuando niño: el cráneo de Ángel, mi abuelo, fue perforado, violado, para extraerle un coagulo que no permitía me reconociera, que no supiera quien era.
Cuando se ama tanto a alguien por lo que nos ha legado, lo mas angustiante y tiste no es que muera, sino que no nos recuerde, que de pronto, pasemos a ser nada en su mundo, que no signifiquemos nada, ni le referenciemos nada, porque en el fondo, lo que buscamos y queremos es la trascendencia de nuestra persona en el otro, la permanencia de nuestro ser, con todo lo que implica, amor, sentimientos, odio, vivencias, anécdotas, recuerdos….
Todo eso se diluyó en el instante en que Ángel no me reconoció. Cuando me vio a los ojos sin saber quien era, cuando no supo decir mi nombre… ese que no soy yo, pero que me da lugar y presencia en el mundo, en su mundo. Óscar, en el universo de mi abuelo, era una masa gaseosa que se había diluido en la negrura de su inmenso cosmos…
No lloré y sé porque, sólo me sentí de repente desgarrado, quizá como se deben sentir los palestinos, los indígenas mexicanos, o los huérfanos. Me di cuenta de que si él moría, poco a poco iba a terminar solo en mi familia, ya no tendría un cabo al pasado y al presente de lo que fui y soy. Como si un eslabón a mi yoidad se gastará poco a poco y solo pendiera de un frágil hilo, afortunadamente mi madre esta fuerte todavía.
Espectador, me vi como un mero espectador de ese incierto y apremiante espectáculo. Mi abuelo no me recordaba, y eso fue más cabrón que el hambre, la desilusión o el dolor de un desamor. No era nada para quien por años fue para mi, un todo.
Una sala de urgencias es un circo freak, que se apreciaba mejor si la luna esta gorda y blanca, y el cielo aborregado, tal, que pareciera no quiere ver tan mundano espectáculo. La luz de la luna aflora e ilumina la podredumbre emocional y anímica de quienes pisan este circo de cinco pistas, revela con precisión, su desgracia, su incompetencia, su impotencia, su sufrir o su inmensa alegría, pero ante todo, nos escupe en la jeta que ante cualquier serenidad o neurosis, hay una fuerza que lo determina todo, que nos corroe y carcome: la incertidumbre.
11:15 PM. Mi abuelo entra a quirófano, firmé los papeles en los que autoricé lo marcaron física y emocionalmente de por vida. “los riesgos son: de entrada, él muera, puede que quede parapléjico, ciego o no recuerde cosas o personas, cabe la posibilidad también de que no se pueda mover del todo ¿autoriza la operación?” –”sí, necesaria, hágala.”
El viejo roble que conocía habiá empequeñecido en dos días, su piel vieja y arrugada envolvía los fuertes huesos que alguna vez me cargaron tan alto que tocaba el cielo. Mi abuelo quedo hecho un costal de escombros arrimado a la pared, confinado al pasillo tres de urgencias, tan largo y lleno de pesadumbre, de olor a viejo y a muerto, como la inmensa angustia que por primera vez sentí después de muchos años.
¿Quieres un café? fue lo único que se me ocurrió, muy pocas veces se me ocurren frases exactas en momentos precisos, por el contrario, hago mutis o muchas veces dejo pasar el momento, la oportunidad. Su papá había sufrido un accidente con la corriente eléctrica así que ambos estábamos allí por dos hombres importantes, su padre, mi abuelo.
Paradójicamente y patéticamente tiene mi edad, estudió mi carrera, le gustan lo indie, el sonidero, el cine… ¿será que el universo efectivamente conspira cuando le pides con harta fe aquello que tanto deseas? Podría decirles que sí, aunque efímero.
La noche avanzaba, pese a todo, con halo de blancura. Culposamente me sentí bien gracias a aquél que esperaba a su padre, su compañía, su plática, su roce, su humor, su olor a viejo, su sapiencia ante lo que sabe y lo que desconoce, llenaron de confort mi espacio, mi mente estaba con mi abuelo, mi tranquilidad con él.
4:30 AM. Los doctores terminaron de marcar una vía Láctea en la cabeza de mi abuelo, a veces lo mas desagradable nos salva de cosas fatales, mi abuelo vivió.
El día llegó más rápido de lo que quería, puedo asegurar que deseábamos que la noche fuera larga, nos besamos en la calle, luchando por sabernos más, por querernos un poco, adentro, su padre, mi abuelo luchaban por si mismos, las guerras más perras, las enfrentamos solos.
Nos besamos en el baño, nos miramos a discreción, nos sonreíamos a distancia, su hermana había llegado, mi tía también. El día nos revelaba lo efímero de nuestro tiempo, lo efímero de la vida lo anunciaban los doctores con cada noticia sepulcral.
15:00 PM. Mi abuelo reaccionó bien a la operación, entró a su cuarto y me habla por mi nombre, justo mi nombre. Lo abrazo lo mas cercano y fuerte que puedo y debo, “te quiero mucho, abuelo” más vale decirlo una vez que nunca, más valió invitarle ese café que nunca. Me quedó con el hasta entrada la noche, mi corazón y alegría están con mi abuelo, mi mente con él y su padre, con el que no guarda ningún parecido.
Mi abuelo queda en el hospital un tiempo más, la vía láctea, una vez que cicatrice del todo, debe cerrar el cosmos de recuerdos y experiencias añejas que encierra.
Sé como terminará la historia que hemos trazado, saldremos, iremos a un antro, me preguntará “¿te la vas a pasar chungándome toda la noche?” “-Sí” responderé porque no hay otra respuesta, no puedo ir contra de mi naturaleza. Dormiré con él, cojeremos, nos diremos que nos gustamos un chingo un montón de veces, pero no es lo que busca porque no sabe lo que quiere, el pedo conmigo y con mi abuelo es que si sabemos lo que queremos: vivir. Quizá el y yo, cicatricemos nuestra vía láctea, solo quizá… Tres puntos suspensivos, porque gustas de ellos…
….será un acto piadoso…
Cuando se ama tanto a alguien por lo que nos ha legado, lo mas angustiante y tiste no es que muera, sino que no nos recuerde, que de pronto, pasemos a ser nada en su mundo, que no signifiquemos nada, ni le referenciemos nada, porque en el fondo, lo que buscamos y queremos es la trascendencia de nuestra persona en el otro, la permanencia de nuestro ser, con todo lo que implica, amor, sentimientos, odio, vivencias, anécdotas, recuerdos….
Todo eso se diluyó en el instante en que Ángel no me reconoció. Cuando me vio a los ojos sin saber quien era, cuando no supo decir mi nombre… ese que no soy yo, pero que me da lugar y presencia en el mundo, en su mundo. Óscar, en el universo de mi abuelo, era una masa gaseosa que se había diluido en la negrura de su inmenso cosmos…
No lloré y sé porque, sólo me sentí de repente desgarrado, quizá como se deben sentir los palestinos, los indígenas mexicanos, o los huérfanos. Me di cuenta de que si él moría, poco a poco iba a terminar solo en mi familia, ya no tendría un cabo al pasado y al presente de lo que fui y soy. Como si un eslabón a mi yoidad se gastará poco a poco y solo pendiera de un frágil hilo, afortunadamente mi madre esta fuerte todavía.
Espectador, me vi como un mero espectador de ese incierto y apremiante espectáculo. Mi abuelo no me recordaba, y eso fue más cabrón que el hambre, la desilusión o el dolor de un desamor. No era nada para quien por años fue para mi, un todo.
Una sala de urgencias es un circo freak, que se apreciaba mejor si la luna esta gorda y blanca, y el cielo aborregado, tal, que pareciera no quiere ver tan mundano espectáculo. La luz de la luna aflora e ilumina la podredumbre emocional y anímica de quienes pisan este circo de cinco pistas, revela con precisión, su desgracia, su incompetencia, su impotencia, su sufrir o su inmensa alegría, pero ante todo, nos escupe en la jeta que ante cualquier serenidad o neurosis, hay una fuerza que lo determina todo, que nos corroe y carcome: la incertidumbre.
11:15 PM. Mi abuelo entra a quirófano, firmé los papeles en los que autoricé lo marcaron física y emocionalmente de por vida. “los riesgos son: de entrada, él muera, puede que quede parapléjico, ciego o no recuerde cosas o personas, cabe la posibilidad también de que no se pueda mover del todo ¿autoriza la operación?” –”sí, necesaria, hágala.”
El viejo roble que conocía habiá empequeñecido en dos días, su piel vieja y arrugada envolvía los fuertes huesos que alguna vez me cargaron tan alto que tocaba el cielo. Mi abuelo quedo hecho un costal de escombros arrimado a la pared, confinado al pasillo tres de urgencias, tan largo y lleno de pesadumbre, de olor a viejo y a muerto, como la inmensa angustia que por primera vez sentí después de muchos años.
¿Quieres un café? fue lo único que se me ocurrió, muy pocas veces se me ocurren frases exactas en momentos precisos, por el contrario, hago mutis o muchas veces dejo pasar el momento, la oportunidad. Su papá había sufrido un accidente con la corriente eléctrica así que ambos estábamos allí por dos hombres importantes, su padre, mi abuelo.
Paradójicamente y patéticamente tiene mi edad, estudió mi carrera, le gustan lo indie, el sonidero, el cine… ¿será que el universo efectivamente conspira cuando le pides con harta fe aquello que tanto deseas? Podría decirles que sí, aunque efímero.
La noche avanzaba, pese a todo, con halo de blancura. Culposamente me sentí bien gracias a aquél que esperaba a su padre, su compañía, su plática, su roce, su humor, su olor a viejo, su sapiencia ante lo que sabe y lo que desconoce, llenaron de confort mi espacio, mi mente estaba con mi abuelo, mi tranquilidad con él.
4:30 AM. Los doctores terminaron de marcar una vía Láctea en la cabeza de mi abuelo, a veces lo mas desagradable nos salva de cosas fatales, mi abuelo vivió.
El día llegó más rápido de lo que quería, puedo asegurar que deseábamos que la noche fuera larga, nos besamos en la calle, luchando por sabernos más, por querernos un poco, adentro, su padre, mi abuelo luchaban por si mismos, las guerras más perras, las enfrentamos solos.
Nos besamos en el baño, nos miramos a discreción, nos sonreíamos a distancia, su hermana había llegado, mi tía también. El día nos revelaba lo efímero de nuestro tiempo, lo efímero de la vida lo anunciaban los doctores con cada noticia sepulcral.
15:00 PM. Mi abuelo reaccionó bien a la operación, entró a su cuarto y me habla por mi nombre, justo mi nombre. Lo abrazo lo mas cercano y fuerte que puedo y debo, “te quiero mucho, abuelo” más vale decirlo una vez que nunca, más valió invitarle ese café que nunca. Me quedó con el hasta entrada la noche, mi corazón y alegría están con mi abuelo, mi mente con él y su padre, con el que no guarda ningún parecido.
Mi abuelo queda en el hospital un tiempo más, la vía láctea, una vez que cicatrice del todo, debe cerrar el cosmos de recuerdos y experiencias añejas que encierra.
Sé como terminará la historia que hemos trazado, saldremos, iremos a un antro, me preguntará “¿te la vas a pasar chungándome toda la noche?” “-Sí” responderé porque no hay otra respuesta, no puedo ir contra de mi naturaleza. Dormiré con él, cojeremos, nos diremos que nos gustamos un chingo un montón de veces, pero no es lo que busca porque no sabe lo que quiere, el pedo conmigo y con mi abuelo es que si sabemos lo que queremos: vivir. Quizá el y yo, cicatricemos nuestra vía láctea, solo quizá… Tres puntos suspensivos, porque gustas de ellos…
….será un acto piadoso…
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