lunes, 3 de diciembre de 2012

Moonrise Kingdom: A faire tale!


Anderson crea un fregon cuento infantil con todos los elementos propios del género literario. En este reino la compañía palia la soledad incomprendida de la mente infantil retorcida  por el abandono y el desapego. Musicalizado por Alexandre Desplat y en ensamble actoral de antología. 

Entre varios pretenciosos que ostentan "entender" a Wes Anderson hay unos peores que otros. Aquellos que aseveran desmenuzar la complicada narrativa del autor que en cada entrega da un panoroma artístico-intelectual con referencias claras a la ola... blablabla.

No señores, no. Anderson es un excelente director, y mejor guionista. Moonrise Kingdom no es nada pretenciosa. No se mal viajen, ni le busquen tres pies al gato que tiene ocho. Anderson a creado un excelente cuento infantil. 

Sí, con todos los elementos propios de este género literario, Anderson hace en cine los que Andersen en la literatura. Dos niños incomprendidos en busca de aventuras, ávidos en el fondo de huir de un reino de letargo, soledad y desdeño a sus sueños que alimentan con cuentos fantásticos, ideas retorcidas y el cúmulo de conocimiento para sufrir más y defenderse mejor.

Los protagonistas son acechados por un lobo y un cazador no personificados esta vez en seres concretos, sino en facciones de adultos y niños que, en cada caso, ven en ellos una amenaza, un problema, o, quizás, una esperanza de redención. 

Los propios niños, además de estar embarcados en una aventura vital propia, son también catalizadores de cambios en las vidas de los demás. Y la forma en que eso se narra hace que esos pequeños fugitivos también remuevan algo dentro de nosotros.

Bruce Willis hace mofa de su eterno personaje de policía bueno. Porque esta vez es realmente bueno! Ironía de la vida que la obra maestra de un director indie, tenga como estelar un big star del mainstream hollywoodense, y lo mejor, quizá sea la mejor actuación de Willis en lo que queda de su carrera.

Ed Norton otra vez interpreta a un suejto con algun pedo mental, esta vez el de un patético lider scout aferrado al código del explorador. 

Personajes que el universo de Anderson se normalizan con esa sutileza de excentricidad que los vuelve peligrosamente atractivos y sobre todo memorables.

Ese el Anderson que ilumina, encuadra y fotografía con tal sutileza que parece un extravagante sueño vívido.

A VER SIN FALTA!

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